martes, 21 de diciembre de 2010

PEAJE

Solíamos hacerlo, tomarnos ese micro de 2 pisos, administrado por empleados de la municipalidad, que esta vez recuerdo a mi profesor de musica de segundo año. Con su barba larga y castaña, su tez blanca y ojos verdes, sin mencionar el pelo largo quecolgaba de su cabeza, tiene un aspecto imposible de olvidar... como lo fue ese viaje. Había otra profesora, pero no la recuerdo.
Estaba con Ezequiel, Maia, Sofía y Camila, que eran los que habían logrado colarse conmigo, ya saben, en estos viajes gratuitos siempre quieren ganar todos, pero siempre ganamos nosotros y otros que no sabemos quienes son de verdad. Yo estaba arriba con los dos primeros y Sofía abajo con su hermana.
El viaje iba genial, habían puesto una película de acción muy estúpida, del tipo de terminator, ó algo por el estilo, era lo que menos estábamos mirando. A todo esto, ninguno sabia a dónde íbamos, como de costumbre. Tampoco nos interesaba preguntar, queríamos estar lejos del mundo por una o dos semanas, lo que sea que durara la estadía. Una eternidad... No interesa. El micro, al ser de esos públicos, nuevos, tenía filas de 5 asientos, todos juntos. Me quedé dormida pensando en dónde se encontraría mi hermano, y escuchando la voz de uno de los profesores que decía: "Duermanse ya, achiquen las pupilas..."
Tenía imágenes de la oscuridad iluminada por destellos de luz, pasando rápido, decostado, por delante también. Era hermoso, se notaba que no estaba viendo un lugar que existiera, y que la poca luz daba lugar a mi imaginación.
Desperté alterada por un golpe de Maia, que me pedía desesperada que me levantara. Me arrastró al ventanal de adelante y todo se volvió una sóla imágen, como si estuviera viendo televisión o algo parecido. Una masacre, un río de sangre. Estábamos en el peaje 092 de un lugar desconocido e insólito. Había gorras de policía tiradas por todos lados, hombres también tirados y otros con sus borcegos bein calzados y trajes de verdes opacos, sombreros, ¿militares? Sí.
Me empezó a latir fuerte el corazón, y no por miedo a morir.
No me hallaba.
Es decir, no me encontraba con alguien.
¿Dónde están Sofía y su hermana?¿Los demás?
Bajé y el chofer no estaba.
Volví a subir, estaban todos agachados y no había reconocido a Sofía , Ezequiel y Camila.
-La re puta madre, chofer hijo de puta!
- ¿Qué hacemos?
-Esto tiene para rato...
-Al horno.
-SALGAMOS
-¿Estás loca?
-Ja
-Están incinerando todos los autos
-Se estan acer-
-SALGAMOS!!!!!
Corrimos entre los cadáveres, desesperados. Seguíamos sin saber lo que estaba pasando. Recordamos esas casas que siempre están al lado de los peajes, la buscamos y nos metimos. Vale aclarar, ¿con gusto?, que camino a esta casa nos encontramos con el inerte chofer.
-Un telefono la puta madre
-Acá
-Es...es... como otro atentado... no como la AMIA...¡es la tercera...!
Y cortaron.

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